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Departamento de Medicina Legal y Servicio de Toxicología. Universidad de Granada. |
SUMARIO:
1. Introducción
2. Utilidad de la saliva para la detección
de conductores bajo los efectos de drogas
3. Utilidad del
pelo para la detección del consumo de drogas
1. INTRODUCCIÓN
Fray Luis de León, en el s. XVI, afirmó
que "la ignorancia esclaviza al hombre" y no hay mejor ofrecimiento de
la ciencia a la sociedad que la información y la divulgación
de conocimientos, como en el tema que nos ocupa, con el propósito
de conseguir una mejor calidad de vida y una mayor humanización
y mentalización de la sociedad frente a este tipo de problemas.
En los últimos años asistimos a un incremento extraordinario
y progresivo en el consumo de alcohol y drogas. Cada vez son más
las mujeres que fuman y beben y la edad de su inicio es cada vez menor,
según informa la OMS.
Con relación a la población juvenil,
el estudio "Los jóvenes y el uso de las drogas en la España
de los 90", publicado en 1994 por el Ministerio de Asuntos Sociales, el
40.9% de los jóvenes, unos 3.935.000 no ha recibido nunca ofertas
para probar las drogas; un 28.5%, 2.742.000 jóvenes tiene acceso
a las drogas ilegales, pero no ha querido probarlas; 1.200.000 jóvenes
españoles admite consumir drogas como cannabis, heroína,
cocaína, crack o sustancias volátiles, si bien esta cifra
no tienen por qué coincidir con las de drogodependientes; unos 700.000
declaran ser consumidores de cannabis, 200.000 de cocaína, 40.000
de heroína, 10.000 de crack, 105.000 de drogas de diseño,
125.000 de "speed" (anfetaminas) y 30.000 de inhalantes.
Según un informe elaborado en 1995 por el
Comisionado para la Droga, de la Consejería de Trabajo y Asuntos
Sociales de la Junta de Andalucía, unos 20.000 andaluces (el 0.36%
de la población mayor de 12 años) consumen habitualmente
heroína, el 80% de ellos inhalada y el 20% restante por vía
intravenosa; 170.000 andaluces (el 3.1% de la población mayor de
12 años) consumen habitualmente cocaína, lo que supone un
aumento moderado y no espectacular como se esperaba; 46.000 andaluces consumen
de forma ocasional o intermitente drogas de diseño; 20.000 son consumidores
de anfetaminas; 15.000 toman de forma ocasional alucinógenos; 32.000
son consumidores reiterativos de cannabis; alrededor de 5.000 personas
(especialmente adolescentes) consumen sustancias volátiles; 146.000
personas toman de forma habitual tranquilizantes; 112.000 consumen analgésicos;
1.830.000 andaluces (el 33.7% de la población mayor de 12 años)
son fumadores diarios; y más de 500.000 andaluces (el 9.5% de dicha
población) consumen alcohol de forma peligrosa (es decir, más
de 75 ml de alcohol diarios), especialmente los jóvenes. En líneas
generales, se observa un claro declive de ciertos tipos de estupefacientes
como, por ejemplo, los alucinógeneos y las sustancias volátiles,
un ligero descenso en el consumo de heroína, mientras que por el
contrario se aprecia un aumento en el consumo de cocaína y de drogas
de diseño.
Los problemas relativos al consumo de drogas han
ido evolucionando a lo largo de los años y en este momento nos plantean
un panorama sustancialmente distinto del que existía en la década
de los 80. Según el Plan Nacional sobre Drogas, la situación
actual se caracteriza por los siguientes aspectos:
a) Los tradicionales problemas de la población
española relacionados con el extenso consumo de alcohol se han hecho
más complejos porque algunos grupos han evolucionado hacia patrones
de consumo más arriesgados, sobre todo en poblaciones especialmente
sensibles como son los jóvenes y adolescentes.
b) La extensión del consumo de heroína
que se produjo a principios de la década de los 80 constituyó
un problema multiforme, con desajustes sociales asociados al consumo y
con la subsiguiente alarma social. En este campo los cambios están
siendo alentadores: el consumo de heroína, que inicialmente se realizaba
por vía parenteral de forma mayoritaria, actualmente se realiza
con un método menos agresivo, fumada. Además, se está
produciendo un estancamiento de la demanda de tratamiento por esta droga,
aumenta la edad de las personas consumidoras y disminuye el número
de muertes por reacción tóxica aguda. Todos estos datos permiten
creer que se está conteniendo el uso de heroína. Sin embargo,
los consumidores continúan necesitando asistencia específica,
ya que forman una población con abundantes problemas sanitarios,
infectada por los virus del SIDA y de la hepatitis en una importante proporción,
y con serios problemas de desestructuración personal y social.
c) Desde hace unos años, diversos datos han
puesto de manifiesto un aumento del consumo de cocaína y de otras
sustancias estimulantes. Estos consumos parecen haberse instaurado con
unos patrones de uso menos lesivos que los que se emplearon con la heroína
y, aunque en estos momentos no se reflejan en un aumento importante de
problemas sociales o sanitarios, crean una condición de riesgo grave
de aparición futura de los mismos.
Aunque el análisis de drogas de abuso es un tema ya resuelto
desde la perspectiva de la Toxicología Analítica, puesto
que se dispone de técnicas rápidas y sensibles de screening
o cribado así como técnicas de confirmación muy potentes
y de gran especificidad (como la cromatografía de gases acoplada
a espectrometría de masas, GC/MS), sin embargo, hay dos aspectos
que no están del todo resueltos y que exigen una mayor profundización
para agotar todas sus posibilidades. Nos estamos refiriendo concretamente
a la posibilidad de detectar en controles preventivos de Tráfico
a conductores que han consumido cualquier tipo de droga, utilizando muestras
alternativas, como la saliva; y, en segundo lugar, a la posibilidad de
realizar un diagnóstico de certeza del consumo de drogas de forma
retrospectiva, de manera que aunque se deje de consumir droga o se trate
de un consumidor esporádico u ocasional, sea posible detectarlo
en cualquier momento. El peritaje de las muestras de pelo puede tener una
utilidad clínica para la evaluación de los riesgos neonatales
por exposición durante la gestación, o bien ser usado en
procesos legales para demostrar un consumo de estupefacientes. Los análisis
en pelo proporcionan valiosos datos sobre el perfil de la drogadicción
durante varios meses, incluso años, y en particular sobre la severidad
y la evolución del consumo.
2. UTILIDAD DE LA SALIVA PARA
LA DETECCION DE CONDUCTORES BAJO LOS EFECTOS DE DROGAS
Está ampliamente admitido que el alcohol
y otras drogas afectan la capacidad de una persona para conducir con seguridad
un vehículo de motor, lo cual tiene gran importancia para el conjunto
de la sociedad. La afectación producida por el alcohol ha sido ampliamente
estudiada; sin embargo, la relación entre dosis, concentración
en sangre y efectos de otras sustancias psicoactivas no está claramente
establecida, de manera que algunos autores cuestionan su papel en la seguridad
vial. Los efectos que ejercen las drogas en el conductor, tanto a nivel
físico como del comportamiento, dependen de todo un complejo conjunto
de variables, de entre las que se pueden destacar: la cantidad y la calidad
de droga que ha consumido, la edad y el estado psíquico general
del individuo, las posibles mezclas simultáneas o cíclicas
con otros productos, el tiempo que transcurre desde el consumo, el estado
psicológico en el momento del consumo, la vía de administración
y el proceso metabolizador, el tipo de sustancia o droga de que se trate,
etc.
El artículo 379 del Código Penal recoge
penas para el que condujere vehículos de motor o ciclomotores bajo
la influencia de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas
o de bebidas alcohólicas. La punición del consumo de este
tipo de sustancias constituye una protección indirecta de la salud
pública, en la medida en que tal consumo influye en la conducción
de vehículos de motor, poniendo en peligro la seguridad del tráfico.
Con relación a los efectos de medicamentos
y sustancias tóxicas que menoscaban la aptitud para conducir, la
legislación española contempla, en los art. 27 y 28 del R.D.
13/1992, las normas sobre estupefacientes y sustancias psicotrópicas.
Así, establece la prohibición de circular por las vías
de tráfico a todo conductor que haya consumido drogas tóxicas
o estupefacientes o se encuentre bajo los efectos de medicamentos u otras
sustancias que alteren el estado físico o mental que le hagan conducir
con peligro. La obligación de someterse a las pruebas se extiende
a todas aquellas personas que se encuentren en situaciones análogas
respecto a la investigación de la alcoholemia. Dichas pruebas consistirán
en la realización de un reconocimiento médico y de análisis
clínicos. Estos últimos podrán ser solicitados por
el médico forense, otro titular experimentado o facultativo del
centro sanitario o Instituto médico al que sea trasladado el conductor.
También se prevé la posibilidad de que estas pruebas sean
contrastadas en idéntica forma a como se hizo en el caso del alcohol.
Con el reconocimiento médico se puede llegar,
en el mejor de los casos, a un diagnóstico de presunción
de estar bajo los efectos de sustancias tóxicas pero, al tratarse
de una infracción grave, entendemos que hay que extremar las garantías
médicas para ofrecer un diagnóstico de certeza. Para ello
se precisan técnicas analíticas especiales que no requieran
un instrumental complejo y que se puedan efectuar "in situ". Las únicas
que cumplen este requisito son las técnicas inmunológicas,
capaces de detectar no ya la presencia de un tóxico a título
individual sino de una familia de tóxicos (por ejemplo, opiáceos,
anfetaminas, benzodiazepinas, etc., pero sin precisar cual de ellos en
concreto), empleando anticuerpos dirigidos contra la parte común
de la estructura química de dichas sustancias.
Un problema adicional es el de la muestra sobre
la que realizar el análisis. Normalmente, el screening de tóxicos
y drogas de abuso se realiza en orina, matriz para la cual están
diseñados y preparados la mayoría de los kits comerciales.
Sin embargo, la obtención de este tipo de muestra "in situ", es
decir, en el mismo lugar donde se realiza el control preventivo, puede
presentar ciertos problemas de privacidad, estética, etc. Por eso
se ha dirigido la atención a otras muestras que también sean
admitidas por la normativa vigente. Históricamente la sangre se
ha considerado como la muestra más adecuada ya que todos los intentos
van encaminados a correlacionar concentraciones plasmáticas con
efectos terapéuticos o adversos. En este sentido la sangre podría
ser una alternativa; sin embargo, su obtención de forma cruenta
podría dar lugar a rechazo en los controles preventivos, e incluso
a riesgos sanitarios por ser vía de transmisión de enfermedades
graves desde el punto de vista médico y que despiertan alarma social.
Para evitar todos estos problemas, se ha sugerido la utilización
de otra muestra, la saliva. Pero desafortunadamente aún no se dispone
de suficientes métodos comerciales para el uso de este fluido y
su manejo requiere complejos ajustes de los reactivos convencionales. Esto
dificulta su empleo generalizado, aunque se viene utilizando con éxito
en pediatría, en el diagnóstico de algunas enfermedades víricas
o bacterianas, en oncología y en toxicología. La utilización
de saliva como muestra para la detección del consumo de drogas (por
ejemplo, en los controles preventivos de tráfico) presenta ventajas
e inconvenientes. Entre las primeras hay que destacar: recogida no invasiva,
protección de la intimidad, menor riesgo de adulteración
y posibilidad de estimar la verdadera concentración de droga en
sangre, ya que la saliva es un ultrafiltrado del plasma. Como inconvenientes
de la saliva, tenemos: la escasa información de que se dispone acerca
de la posibilidad de detectar diferentes sustancias en relación
con el tiempo, teniendo en cuenta su metabolismo y los métodos analíticos
actuales; el hecho de que no se puedan utilizar tal cual las mismas técnicas
analíticas que se usan para las muestras de orina; la ausencia de
suficiente información analítica con la que se puedan hacer
comparaciones; la existencia de dos tipos diferentes de saliva ( la procedente
de parótida, serosa y la saliva mixta, serosa y mucosa), en las
cuales los tóxicos exhiben diferencias cinéticas; y la recogida
de la saliva en los controles preventivos de Tráfico. Además,
las concentraciones en saliva son menores que las alcanzadas en orina,
y en algunos casos también más bajas que las correspondientes
en plasma; y finalmente, el riesgo de secuestro de la droga en la cavidad
bucal, como ocurre por ejemplo al fumar hachís.
3. UTILIDAD DEL PELO PARA LA
DETECCIÓN
DEL CONSUMO DE DROGAS
El análisis de pelo para determinar la presencia
de drogas fue utilizado por primera vez en 1954 por dermatólogos
en un caso de dermatitis tóxica por barbitúricos. Pero no
va a ser hasta la década de los setenta cuando se considere el pelo
como alternativa a la orina en el análisis de drogas de abuso. A
partir de entonces el pelo ha recibido considerable atención ya
que puede ser utilizado para la detección de consumidores habituales
(es decir, crónicos) de drogas de abuso.
La ventaja de este tipo de análisis sobre
el realizado en otras muestras biológicas se basa en el hecho de
que el tallo del pelo es un tejido sin metabolismo, por lo que estas sustancias
permanecen almacenadas en el mismo prácticamente sin variación
durante un largo periodo de tiempo. Tanto las diferentes drogas como sus
principales metabolitos se incorporan al pelo desde el torrente sanguíneo
y permanecen allí secuestrados de forma estable e indefinida, proporcionando
un periodo de detección mucho mayor con respecto a otros fluidos
biológicos. El análisis de pelo puede constituir una prueba
importante e incluso decisiva en los Tribunales de Justicia, ya que puede
aplicarse para la determinación del consumo de drogas meses espués
de iniciarlo, proporcionando una perspectiva histórica del consumo.
El análisis de drogas de abuso en pelo tiene
varias ventajas probatorias respecto al de orina, entre las que destacan:
la inexistencia de riesgo de falsificación por abstinencia temporal
o adulteración, la recogida de la muestra se puede realizar bajo
estrecha vigilancia y sin invadir la privacidad del individuo, la posibilidad
de tomar una segunda muestra de la misma persona para efectos de identificación
y comparación o contraanálisis, la estabilidad tanto de la
muestra de pelo como de los analitos presentes en la misma incluso bajo
condiciones ambientales adversas, la posibilidad de almacenarla casi indefinidamente
sin refrigeración, y, finalmente, el análisis proporciona
información sobre el tiempo de consumo y su intensidad. Todas estas
ventajas, junto a una amplia ventana de detección, hacen que el
análisis de drogas de abuso en pelo sea más eficiente que
el de orina para detectar a los consumidores de drogas. No obstante, este
tipo de análisis no está exento de controversia y problemas,
siendo el más importante el riesgo de falsos resultados positivos
por contaminación exógena o exposición pasiva endógena.
Hasta la fecha, los procedimientos inmunológicos descritos para
el cribado de drogas de abuso en pelo han sido, fundamentalmente, el RIA.
En nuestra experiencia, nosotros hemos desarrollado un protocolo que permite
la utilización de técnicas inmunológicas más
asequibles, como el enzimoinmunoensayo.
El procedimiento analítico que hemos seguido
se ha dirigido específicamente a la detección de opiáceos
y cocaína. Hemos utilizado muestras de pelo procedentes de consumidores
habituales de drogas de abuso que acudían al Centro Provincial de
Drogodependencias de Granada. Mediante evaluación clínica
y controles analíticos en orina, se confirmó que algunos
de ellos eran consumidores habituales de heroína, otros de cocaína
y un tercer grupo consumía simultáneamente heroína
y cocaína. Como muestras control se ha utilizado pelo de personal
de nuestro laboratorio, en el que no existía consumo de ningún
tipo de droga, teniendo en cuenta además que tampoco hubieran consumido
medicamentos estructuralmente relacionados con las drogas objeto de estudio.
En todos los casos, las muestras se tomaron de la zona del cuero cabelludo
correspondiente al vértex, por tener allí el pelo un crecimiento
más uniforme.
La preparación de las muestras de pelo consistió básicamente
en el lavado previo para su descontaminación externa, fragmentación
e hidrólisis ácida de los mismos. Una vez neutralizadas las
muestras se sometieron a una extracción en fase sólida, utilizando
columnas C-18 (Supelclean LC-18, de 1 ml de capacidad, SupelcoR), previamente
acondicionadas según las instrucciones del fabricante. El eluido
final se llevó a sequedad y se redisolvió en 0.2 ml de agua
destilada. Se obtuvo así un extracto acuoso que se analizó
mediante procedimientos inmunológicos estándar, como si fuera
plasma u orina. En nuestro caso, alícuotas de este extracto (0.05
ml y 0.14 ml, respectivamente) se sometieron a un inmunoensayo enzimático
tipo
EMIT st así como a un multiinmunoensayo ASCEND, que utiliza
anticuerpos monoclonales inmovilizados (TRIAGE). Cada una de las muestras
de este estudio se analizó por triplicado.
Los inmunoensayos practicados en este estudio fueron congruentes entre
sí y con la historia previa de los drogadictos. Así, en los
casos en que eran consumidores habituales de heroína o cocaína
se obtuvo un resultado cualitativo positivo tanto con el sistema EMIT st
como con el TRIAGE. En el sistema EMIT st, la lectura del problema superó
en todos los casos el 10% de la del calibrador. Por su parte, el ensayo
TRIAGE del pelo correspondiente a los consumidores habituales de heroína
y cocaína reveló la presencia de dos bandas correspondientes
a la zona de opiáceos y cocaína. Los ensayos resultaron ser
lo suficientemente específicos y, además, no se observaron
interferencias de matriz. En los diferentes controles se obtuvo un resultado
negativo. En este caso, y para el ensayo EMIT st, el valor que arrojó
la muestra fue siempre inferior al del calibrador una vez sustraido el
10% de su lectura numérica.
Un problema importante para aplicar el análisis
de drogas de abuso a muestras de pelo mediante inmunoensayos diseñados
para orina, es la elección de un determinado nivel de "cut-off".
A primera vista parece claro que los valores de corte de las diferentes
drogas no son los mismos para todos los fluidos biológicos. Los
estudios realizados hasta el momento, consideran que, en general, el límite
de corte para opiáceos y cocaína en muestras de pelo es de
500 ng/g. Nosotros hemos utilizado inmunoensayos diseñados para
trabajar con muestras de orina y cuyo "cut-off" era el recomendado por
el NIDA (National Institute of Drug Abuse), es decir de 300 ng/ml para
opiáceos y cocaína, por lo que fue necesario calcular la
cantidad mínima de pelo de la que deberíamos partir y el
volumen final en que deberíamos redisolverlo con objeto de que se
pudieran utilizar los inmunoensayos EMIT st y TRIAGE en condiciones adecuadas.
Para que no hubiera ningún problema de interferencia de matriz se
decidió redisolver el extracto final en agua (similar a la orina).
Así, vimos que partiendo de 120 mg de pelo y, una vez hidrolizado
y extraído, se podía redisolver en 200 ml de agua destilada,
de manera que un resultado positivo en condiciones similares a las de orina
equivaldría a la presencia de droga por encima del nivel de "cut-off"
en pelo, es decir, por encima de 500 ng/g.
Además, utilizamos inmunoensayos preparados para detectar metabolitos
en orina, mientras que en las muestras de pelo se incorporan, fundamentalmente,
la droga patrón o su primer metabolito pero, gracias a la reactividad
cruzada de los inmunoensayos, este problema no ocasionó en la práctica
ninguna interferencia. De esta manera, se obviaron también posibles
problemas de especificidad por diferencias toxicocinéticas.
En definitiva, el procedimiento ensayado por nosotros,
aunque es sólo cualitativo, resulta suficiente para el screening
de opiáceos y cocaína en muestras de pelo en laboratorios
con pocos medios instrumentales. No obstante, todo resultado positivo requiere
una posterior confirmación analítica, preferentemente por
GC/MS.
Estamos, pues, ante una técnica analítica
de indudable futuro, pero sobre la cual se han de realizar todavía
múltiples estudios, siendo lo que nosotros hemos presentado un avance
preliminar, a partir del cual se deberán desarrollar nuevas líneas
de investigación.
En resumen, los datos presentados en este trabajo
avalan la importancia de determinadas muestras, como la saliva y el pelo,
que suponen una alternativa a los fluidos biológicos clásicamente
utilizados en el análisis de drogas de abuso y que amplían
las perspectivas analíticas en este campo de cara al próximo
milenio.
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NUEVAS PERSPECTIVAS EN EL ANÁLISIS
DE DROGAS DE ABUSO EN EL AÑO 2000
Antonio F. Hernández, Fernando Gil, Antonio Pla
RESUMEN: En los últimos años se
está produciendo un extraordinario incremento en el consumo de alcohol
y drogas. Cada vez son más las mujeres que fuman y beben y la edad
de su inicio es cada vez menor. Los problemas que actualmente platea el
consumo de drogas es sustancialmente distinto del que existía hace
una década. La situación actual se caracteriza por un elevado
consumo de alcohol (sobre todo en los jóvenes y adolescentes), estancamiento
del consumo de heroína, aumento del consumo de cocaína y
de otras sustancias estimulantes, así como de sustancias de diseño
en locales de diversión.
El análisis de drogas de abuso es un tema ya resuelto desde
la perspectiva de la Toxicología Analítica; sin embargo,
hay dos aspectos críticos que plantean problemas especiales: a)
la detección de conductores de vehículos que han consumido
cualquier tipo de droga utilizando la saliva como muestra (por las repercusiones
que tiene sobre la seguridad vial); y b) la posibilidad de realizar un
diagnóstico de certeza del consumo de drogas de forma retrospectiva,
abarcando no sólo los días previos sino también meses
e incluso años mediante análisis de pelo. Esto podría
ser de gran utilidad para los Tribunales de Justicia en las diferentes
esferas del Derecho: civil, penal e incluso laboral.
PALABRAS CLAVES: drogas, drogas de abuso, pruebas de detección, delitos contra la seguridad del tráfico
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